viernes, 2 de agosto de 2013

A VUELA PLUMA: "FIN DE LA CITA".

            Explico el título, por si hay algún/alguna privilegiad@ que puede abstraerse de las llamadas  "noticias pesadas" y,  sobre todo, para quiénes me leéis desde fuera de España. 
              RAJOY COMPARECE ANTE EL PLENO DEL CONGRESO CON EL OBJETO DE OFRECER SU VERSIÓN DEL CASO BÁRCENAS  En la comparecencia de ayer, el Presidente del Gobierno  leyó varias frases textuales atribuidas a miembros de los partidos de la oposición.  Al finalizar cada una de esas frases, el Señor Presidente concluía con un  "FIN DE LA CITA". Hasta aquí, todo normal.

 
                Sin embargo, parece ser que el texto  "FIN DE LA CITA" no estaba destinado a que el Señor Presidente lo pronunciara en voz alta, sino que era una nota aclaratoria   -incluida en los folios a leer-, con la finalidad de marcar pausas, énfasis, etc.....
                Esta anécdota se convirtió en  Trending Topic mundial casi inmediatamente. Pero  ¿de verdad es sólo una anécdota más o menos  simpática o significativa?. Yo creo que puede ser  reveladora de problemas comunes a cualquier  empresa u organización.
                A) Si el discurso se lo escribieron a quien debía pronunciarlo, la confusión entre lo que debía leerse y lo que no, revela, entre otras cosas, que:
                               - ha habido falta de comunicación y colaboración entre redactor y orador:  "toma aquí tienes lo que debes leer y mi trabajo ha terminado. No considero que exista una necesidad de que nos reunamos y veamos de qué va y cómo hay que leerlo". En una organización, rara vez existen parcelas estancas que no se interfieran entre sí, que no afecten directamente a, al menos,  las más cercanas.
                               maquillaje hombre pcPor ello, debemos implicarnos en nuestro trabajo desde el principio hasta el final y, si nos dejan, un poquito más allá. ¿Habría costado mucho trabajo marcar el texto que no debía leerse en otro color, con otro tipo de letra, en distinto tamaño.....?
 
                               - El orador ha incurrido en un exceso de confianza: puede que ésta sea la primera vez que el redactor hiciera ese trabajo o la primera vez que haya metido la pata; en cualquier caso, el orador debía haberlo leído antes de llegar al estrado; sobre todo, teniendo en cuenta la repercusión que dicho discurso pueda tener y que será el propio orador el responsable último de lo que diga y de cómo lo diga.
                               Delegar no es eludir responsabilidades;  al contrario quien delega debe establecer claramente qué se espera del delegado; entre delegante y delegado debe crearse una comunicación fluida y permanente; hay que fomentar una relación de retroalimentación continuada y positiva.
                               Y, además, el delegante mantiene la función de supervisión y coordinación de las funciones delegadas y, por tanto, la responsabilidad por los resultados frente a la organización, los clientes, etc…
 
                               - Si los folios dónde estaba redactado el discurso se han filtrado o entregado a terceros, evidentemente sólo es culpa de quién  (con mejor o peor intención)  lo haya hecho.  
                               Pero su contenido (tanto en forma como en fondo)  es responsabilidad de quién lo redactó. Y estos detalles deben tenerse en cuenta también:  "la mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino también parecerlo".  O cómo diría mi amiga Inma: el marido de Cleopatra ......
 
 
                B) Si el discurso lo ha escrito el propio orador, y dado que es el responsable final de lo que dice, quizás la situación sea peor, ya que:
                               - demuestra nerviosismo:  si el orador ha leído lo que él mismo señaló  como no leible, es decir, si se equivocó, no lo hizo en la situación más adecuada. Y ello porque se trataba de una de las funciones que más asiduamente realiza y, sobre todo, porque el objeto del discurso era mostrar tranquilidad, serenidad y seguridad ante unas circunstancias concretas de especial calado para la organización y para sus Stakeholder.
 
                               - Puede denotar prisas o improvisación: en cualquier caso, desinterés o desidia por el asunto del que se hablaba y, peor aún, por los destinatarios. Grave error.
                               Hemos de poner el máximo interés en todo cuánto hacemos; pero sobre todo en aquéllas cosas que tendrán una especial repercusión para las personas de las que dependemos (clientes, proveedores, personal de la organización,.....); hemos de tener muy claro que   - en más ocasiones de las que creemos-, importa tanto el fondo como la forma. Todo entra en el sueldo.
 
                               -  Si los folios dónde estaba redactado el discurso se han filtrado o entregado a terceros, las consecuencias pueden ser dolorosas.                
                               No puede,  ni debe, culpar a otr@s del contenido. Evidentemente. Pero debe preguntarse ¿me he precipitado al entregar los papeles?, en el caso de que lo haya hecho él. Si no lo hizo, las preguntas son otras:  ¿quién me rodea?; ¿he delegado correctamente?; ¿me han traicionado?.