lunes, 23 de diciembre de 2013

A VUELA PLUMA: CUANDO LOS DERECHOS SE CONVIERTEN EN PRIVILEGIOS


                 La primera muerte de la que tengo memoria  fue la de mi tata: una chica muy joven que nos cuidaba y que murió con 25 años. Aún recuerdo muchas escenas de aquél día, a pesar de que yo sólo tenía  6 años.
                Sobre todo me viene a la memoria  la imagen de mi madre llorando y repitiendo una frase:  "tenía que habérnoslo dicho y la hubiéramos ayudado".  No entendía nada de nada. Sólo veía lágrimas y mucho dolor.  Y aún menos entendí porque sus padres vinieron a despedirse de nosotros porque se marchaban a otro sitio.
                Pasados los años, indagué sobre todo aquél asunto. Mi tata Isabel murió al intentar abortar en casa de una  "componedora". Así llamaban a las señoras que, sin tener ningún tipo de conocimientos, practicaban abortos caseros. A las componedoras recurrían quienes por vergüenza y, sobre todo, por falta de recursos económicos, no podían ir a un médico.
                Y los padres de Isabel tuvieron que  "expatriarse"  porque lo que su hija había hecho era una infamia, un pecado y un delito.  

                Le pregunté a mi madre porqué decía que ella la hubiera podido ayudar.  Si lo que Isabel había hecho era delito ¿cómo iba a ayudarla?.  "Hija, en aquélla época el dinero también podía convertir lo blanco en negro".

                Esta mañana, desayunando en un bar, estaban radiando una entrevista al Ministro de Industria. Le preguntaron porque el Partido Popular se había opuesto a la iniciativa de otros partidos relativas a impedir el corte de la luz y el agua para las familias que no podían pagarla. La respuesta del Ministro fue decir que se intentaba evitar que lo pagáramos los demás.
                Imaginaos las contestaciones espontáneas que surgieron; quienes estábamos en el bar nos acordamos de que  "los demás"  estamos pagando el rescate a los bancos (que son empresas privadas); estamos pagando a las eléctricas el déficit tarifario (por cierto, frase que tod@s citamos y que muy poc@s saben que es); que los padres de Marta del Castillo tienen que pagar unas costas en una caso no resuelto,  etc,....

                ¿Porqué cito estas dos   "anécdotas"?. Pues porque considero que hay cosas que no pueden quedar sujetas a condiciones ideológicas o personales, por mucho que deriven de una mayoría política. Hay materias que repercuten mucho más allá de una legislatura o de un gobierno o de una coyuntura económica concreta. De otra forma: ¿puede un derecho quedar sujeto a la ideología del gobierno de turno?. ¿Nos podemos permitir que en cada cambio de gobierno haya un nuevo catálogo de derechos y de delitos?. 

                No tengo conocimientos suficientes para pronunciarme sobre si era o no imprescindible rescatar a los bancos; tampoco los tengo cómo para saber si a las eléctricas se les debe algo o no.  Tampoco tengo autoridad ninguna (ni la quiero) para decir si abortar es bueno o malo, si es un pecado o no, o si es propio de una sociedad progresista o no.  Lo único que me considero autorizada a expresar es MI OPINIÓN sobre cómo debe legislarse en determinadas materias.
 
                Hay materias cuya regulación requieren algo más que una mayoría absoluta (mitad más uno de votos, es decir, 51 sobre 100); hay materias cuya regulación jurídica debe quedar sujeta a mayorías más que cualificadas y, sobre todo, al consenso. Si la reforma de la Constitución debe ser aprobada por mayoría de 3/5 de cada Cámara (es decir, 60 sobre 100)  ¿cómo no la regulación de nuestros derechos? (educación, tasas judiciales, aborto,...).
                 Y si ese consenso no es posible en las instancias parlamentarias o si se trata de materias de especial repercusión social, tenemos ya regulados mecanismos para saber que opina la ciudadanía: el referendum.
 
                En el caso del aborto, creo que su regulación no debe ser cuestión de un sólo Ministerio, y mucho menos sólo del Ministerio de Justicia, porque ya presupone que se enfoca como una cuestión de legalidad y licitud. Lo mismo que la ley de Educación tampoco debería haber partido de un sólo Ministerio, porque afecta a muchas más áreas.
                Y algo muy obvio, aunque a veces se olvida: que el derecho exista no obliga a nadie a ejercerlo. Nadie está obligado a casarse ni a inscribirse en un registro de parejas de hecho, a pesar de que tengamos estos derechos. Nadie está obligado a acudir a la sanidad pública, a pesar de que tod@s tengamos reconocido al derecho a un sistema público de seguridad social.

                La nueva ley del aborto, a mi juicio, implica convertir un derecho en un privilegio. Y con ello, corremos el peligro de volver a ver casos como el de mi tata Isabel o los de turismo abortivo (¿os suenan los vuelos de fin de semana a Londres o a Ámsterdam?). Y señores y señoras, esto también es  "marca España".

               

PS: Sé que, a veces, me pringo en temas muy delicados, de los que se considera que pueden afectar a mi imagen profesional. Soy muy consciente de ello. Pero tengo un problema: no sé separar mi faceta personal de mi faceta profesional; ambas me acompañan desde que me levanto hasta que me acuesto.

Aquí dejo este modesto post. Quien quiera, que lo comparta en la red que quiera; estáis en vuestro derecho. Yo no voy a hacerlo porque no quiero poner a nadie en el compromiso de valorar si es o no adecuado para figurar en su red.

 

 

 

GESTIÓN DE DENUNCIAS INTERNAS POR PRESUNTOS DELITOS


               Aunque  afortunadamente  no es una situación frecuente, en ocasiones dentro de las empresas se producen escándalos que generan cierta conmoción.  No me refiero en este post a los rumores o chismes, sino a situaciones más graves: por ejemplo, presuntos delitos cometidos por personal  de la empresa.

                 Imaginemos: la apertura de un expediente interno contra un trabajador por un presunto acoso sexual a una compañera.  En el momento en que este expediente sea conocido por el resto de la plantilla, no hay duda de que se generará mucho ruido, se desatarán todo tipo de comentarios y  -desgraciadamente-  aparecerán (como setas) un sin fin  de jueces, testigos y verdugos.

                Ante estas situaciones, ¿cómo se debe actuar?; ¿cómo gestionar estos escándalos para evitar, o al  menos limitar, las consecuencias?. Desde luego no pretendo dar una receta mágica, entre otras cosas porque para cada situación concreta se requiere un protocolo específico. Sólo quiero establecer una propuesta básica, derivada de mi experiencia, y sujeta  a todas las críticas, sugerencias y correcciones que queráis hacerme.

                 1.- Reserva y discreción.  Se trata de temas extremadamente delicados, en los que la sensatez y la prudencia deben presidir todas las actuaciones.    Lo ideal es que nada de lo que se haga salga del estricto entorno en el que se tramite el expediente o se adopten las medidas que procedan (denuncias, suspensión temporal,.......)  porque hay que proteger tanto al presunto culpable como, en su caso,  a la presunta víctima.

                2.- Olvida el secretismo. Si el escándalo ya ha saltado, hay que saber manejarlo: lo mejor es hacerle frente con la mayor tranquilidad, rapidez y cordura posible.  Pero ojo: no se trata de contar lo qué ha pasado con pelos y señales, sino de desmontar versiones y evitar juicios paralelos.
                Y para ello la rapidez es fundamental: mientras más tarde se intente desactivar la bomba, más trabajo costará y a más frentes habrá que atender.
 

                3.- Romper la cadena de transmisión es fundamental.  Está demostrado que las  "malas noticias"  se difunden más rápidamente que las buenas, porque se cuentan a muchas más personas.
                Ralf Sommerfeld  (un estudiante alemán) realizó un experimento que concluyó que  "el rumor influye más que los hechos reales en la formación de la reputación de una persona".
 
                  Y para romper esta cadena no basta con un comunicado formal o con un discurso más o menos al uso.  Si el impacto  de la noticia (la gravedad del escándalo) depende, en buena parte,  de la capacidad de comunicación e influencia de quien las trasmite, para desactivarlo hay que recurrir a las mismas armas. Es necesario que la información, que pueda darse,  la transmita alguien creíble, con cierta autoridad (aún informal) y con el conocimiento o preparación suficiente como para poder aclarar dudas y eliminar ambigüedades.

                Recuerda que la mala información es tan inútil y puede ser tan peligrosa como la desinformación o el silencio.

                 4.- Olvida las amenazas. No hay nada más contraproducente en estas situaciones que las amenazas y las prohibiciones. Mientras más prohíbas hablar del tema, más dudas y rumores generarás y más grande harás la bola.  
                Creo que la mejor estrategia es procurar que la información que circule sea lo más aséptica y realista posible.
 
                Además de lo anterior, tampoco es malo recordar la presunción de inocencia y la necesidad de tramitar el correspondiente expediente para determinar la verdad de los hechos.
 
                 5.- No señales. Cuando tengas que hacer frente al escándalo antes de que los hechos queden definitivamente aclarados, recuerda que la culpabilidad debe demostrarse y no prejuzgarse.
                Y esta premisa debe aplicarla en todos los ámbitos, tanto frente a los implicados como frente a los terceros, porque  -como en tantas otras situaciones- debes predicar con el ejemplo y debes ser congruente con lo que pidas a los demás.


                 6.- Y después,.... Una vez aclarados los hechos definitivamente, tu trabajo será acreditar la objetividad de todo lo actuado.

                a) Si los hechos imputados resultan ser ciertos,  explicar qué medidas se han adoptado y porqué esas y no otras.
               Esto será una forma de indicar cuál es la política de la empresa ante este tipo de situaciones;  generará confianza sobre la transparencia y la motivación de la decisión adoptada, sobre la ausencia de arbitrariedad de esa decisión,.......
                Y esta labor es fundamental porque -en algunas ocasiones-  la posible víctima será vista también como culpable. De ahí la importancia de acreditar la seriedad, objetividad  y rigurosidad con las que se ha estudiado la situación.

                b) Si los hechos resultan ser falsos, tu trabajo será de  "reinserción".  El dicho aquél de calumnia que algo queda, en estas situaciones se da con mucha frecuencia.   
                Por ello, la claridad y transparencia al manejar la situación son imprescindibles. No basta con decir:   "los resultados del expediente/la sentencia dice .....", hay que emplearse a fondo para despejar todas las dudas residuales que aún puedan quedar.  Para ello:
                - sé tan rápido en dejar sin efectos las medidas adoptadas (en su caso) contra el afectado como sea posible;

                - no te limites a esperar que todo se normalice, porque corres el riesgo de crear quistes difíciles de disolver;

                - comunica generosamente tu satisfacción por su regreso;

                - haz un seguimiento de la reinserción.