miércoles, 21 de octubre de 2015

DEDÍCATE A ESTRESAR A TU GENTE.



                Sí, has leído bien:  es la hora de estresar a tu gente, de gestionar a tu capital humano hasta convertirlo en el grupo de personas más estresadas del mundo mundial. Pero ojo, hablo de utilizar el   EUSTRÉS O ESTRÉS POSITIVO  (por oposición al negativo o distrés).
 
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1.- CONCEPTO DE EUSTRÉS.
                Usando una definición muy sencilla podríamos decir que es aquél que no ocasiona efectos físicos ni psicológicos negativos; al contrario, es el que permite experimentar una sensación de satisfacción y  alegría.
 
 

2.- QUÉ TIENE DE POSITIVO EL EUSTRÉS.
                - Sería  "una especie de actitud innata de lucha/huida que hemos adquirido de nuestros lejanos antepasados y que no solo ha ayudado a perpetuar la especie sino que nos permite dar el 110% de nosotros mismos en determinadas tareas".  ("El Rincón de la Psicología") .
 
               - Timothy Ferris (educador estadounidense) en su libro  "La semana laboral en 4 horas",  señala que constituye un estímulo para crecer   y que puede derivar (entre otros factores) de aceptar correr los riesgos que nos sacan de nuestra cómoda esfera de actuación.
                - Genera efectos positivos sobre la salud física y psicológica: saber que somos capaces de hacer algo, conseguir nuestros objetivos, superar un desafío aumenta nuestra autoconfianza, nos da sensación de control, asumiremos los retos con ganas  y no como un algo impuesto, querremos probarnos y que nos pongan a prueba, nuestra estabilidad emocional será mucho mayor,....; en definitiva: querremos crecer y nos comprometeremos más con quien nos genera ese bienestar.
              

 

3.- CÓMO FOMENTAR EL EUSTRÉS.
                Conociendo los efectos positivos que el eustrés puede  causar/causarnos, debemos saber cómo podemos utilizarlo en la gestión de personas, cómo podemos impulsar este estrés positivo para incorporar sus beneficios a la cultura de nuestra organización.  Hablamos entonces de buscar los factores eustresadores.
 

                Pues querid@s coleg@s en esto de los RRHH, nos toca trabajar.  Os propongo un esquema de actuación para buscar factores eustresadores:

                A) lo primero que debemos hacer es CONOCER  a quien queremos eustresar:  ¿qué le puede generar estabilidad a cada persona?;  ¿cómo podemos aumentar su sensación de bienestar?;  ¿cómo  podemos hacer que se sienta a gusto con nostr@s?.

                B) En ese conocimiento debemos tener muy en cuenta los  límites.  Es aquello de lo poco gusta y lo mucho cansa: que a mí me gusten los desafíos no significa que tenga que estar sometida diariamente a retos. Puede que esta constante en mi vida convierta el factor que me proporciona bienestar en un detonante de estrés negativo.

            C) Confiemos.   Incluir a una persona en un proyecto al que en principio es ajena, delegarle  funciones de cierta importancia, escuchar sus puntos de vista,....  es una forma de aumentar su autoconfianza y su compromiso.  Cuando una persona siente que se confía en ella, que se la considera una parte importante de algo, le estamos proporcionando seguridad, confianza y estimulamos su voluntad de compromiso, su motivación.

                D) Debemos estar dispuest@s a aceptar y rectificar errores, tanto los propios como los ajenos; es decir,  hay que analizar  si nos hemos equivocado al asignar a una persona un factor eustresador o si hemos errado al aceptar un reto que nos viene grande. Hablemos de ello, acordemos en qué o porqué nos hemos equivocado y busquemos un nuevo estímulo que nos convenga a tod@s.

               

 

Así que lo dicho:  EUSTRESA A TU GENTE  YA.


 

miércoles, 7 de octubre de 2015

¿ESCUCHAS O JUZGAS?




 

                Empezaré con dos obviedades:   Nos relacionamos porque nos comunicamos.  La base de una comunicación eficaz es la escucha activa. Pero es necesario recordar que  tan importante es escuchar (que no oír)  como la forma en la que escuchamos:  nuestra actitud de escucha y/o  de observación (lenguaje no verbal)  puede determinar el éxito o el fracaso del proceso comunicativo y de la relación en la que éste se inserta.

 

                 
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Hay tres
errores muy comunes que, en mi opinión,  afectan a nuestra forma de escuchar:

                               - incluir en la comunicación prejuicios o estereotipos sobre nuestr@ interlocutor/a  (que me va a enseñar este niñato a mí,  que le doblo la edad;  ésta se cree que como es la jefa sabe más que nadie...);
 
 

                               - dejarnos llevar por las  "percepciones recíprocas o de espejo"; es decir, por lo que creemos que la otra persona piensa de nostr@s  (se cree que por que soy joven no tengo ni idea;  ha dicho eso porque cree que es lo que quiero oir....)

                               - por culpa de uno o ambos de los errores anteriores, prejuzgamos y juzgamos a nuestr@ interlocutor/a y, con ello, sus palabras, sus gestos, sus motivos e incluso a la propia persona. Y seguramente entonces seamos más que injust@s.

 

                En mi opinión,  cuando   en un proceso comunicativo, en una relación,   incurrimos en cualquiera de estos errores,  el resultado es arriesgarnos al fracaso absoluto:   

                                a)  Nos quedaremos sólo con lo superficial de la comunicación, desviando  el foco de atención de lo realmente importante, de lo que queremos obtener de la relación. Con ello, perderemos la oportunidad de obtener la información que queremos conseguir y/o que nos permita  dar el siguiente paso en la relación.

                               b) La posición que pretendamos ocupar en la relación se tambaleará,  porque nos hemos centrado en nosotr@s mism@s, en nuestras opiniones y percepciones recíprocas,  y no en lo que el otro/la otra nos está contando o en cómo nos lo está contando.

                                c) No comprenderemos el porqué de cada paso que pueda dar nuestr@ interlocutor/a. Y esto es  fundamental cuando nuestro objetivo es conocer a fondo al otro o la otra, sus debilidades y fortalezas  (por ejemplo en un proceso negociador).  

                               d) Limitaremos las posibilidades de cualquier otra relación futura con la otra persona: ya la hemos prejuzgado o etiquetado, ya creemos saber qué piensa de nosotr@s y, como seguramente la relación acabará en fracaso, habremos cerrado puertas definitivamente.

 

               
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Hacernos a priori  un juicio de valor sobre una persona,   juzgarla,   es muy fácil.  Lo complicado es   escucharla de verdad,   porque requiere invertir más trabajo y habilidades:   intentar comprender el porqué de lo que la otra persona dice o cómo lo dice, empatizar, limpiarnos de prejuicios y estereotipos, buscar la información importante y procesarla a la luz de elementos objetivos,....    

                               

Permíteme,  entonces, acabar con la pregunta con la que inicié esta reflexión:  ¿escuchas o juzgas?.