PRIMER EJEMPLO.
Hace unos días que estamos asistiendo a un desfile de noticias sobre futbolistas, de un mismo equipo, que han sido sancionados por conducir rebasando los límites de velocidad o superando el límite de alcoholemia permitido.
¿Es que hechos similares a éstos no se han producido antes?. ¿Sólo se saltan las normas los miembros de ese equipo concreto?. Evidentemente, la respuesta a ambas preguntas es NO. Todas y todos hemos visto en nuestras ciudades a personas que, siendo considerados “modelos a imitar”, se comportan de forma poco adecuada a lo que consideramos que “debe ser”.
Tales conductas son “tapadas” generalmente por los clubs para vender sus bondades, su imagen como empresa: fichamos a los mejores dentro y fuera del campo; nuestros profesionales son estupendos en la vida deportiva y en la vida privada,….. No podemos olvidar que el trabajo de un futbolista –al igual que otros deportistas- es jugar bien, vender (camisetas, entradas, ….) y representar al equipo.
¿Por qué, entonces, se están haciendo públicos ahora estos “deslices”?. Quizás porque el club (la empresa) no ha podido evitarlo.
Pero, quizás, porque el club tampoco haya querido ocultarlo. Y esto puede responder a dos motivos. El primero podría ser de carácter interno, un aviso a navegantes “no sois intocables y él que la hace la paga”. Es una forma de decir a sus empleados que no son imprescindibles y que si no cumplen adecuadamente todas sus funciones (jugar, vender y representar) pueden ser sancionados (incluso despedidos).
El segundo puede ser externo: los grupos de interés externos del club (aficionados, anunciantes, prensa) tienen que saber que ésta es una empresa seria, en la que no se permiten tonterías, en la que no hay estrellonas ni niñatos mimados e irresponsables. Y si alguno se sale de esa vía, no lo ampararemos.
SEGUNDO EJEMPLO.
Hay una campaña publicitaria de un fabricante de electrodomésticos en la que dice (me permito cambiar los nombres): “Pedro, María, Jorge, Ana y yo os damos las gracias por comprar esta lavadora”.
A mí me parece una campaña tan sencilla como genial, en la que me están vendiendo el resultado del trabajo de personas concretas, de las que veo “sus caras”, de las que conozco hasta sus nombres. Gente corriente, a la que veo en su lugar de trabajo y con su ropa de trabajo.
De estas personas no me enseñan su vida privada, pero es que no hace falta: soy capaz de reconocerme en cada uno de ellos; me imagino que llevan una vida muy similar a la mía. Pero, y sobre todo, ellos no tienen que venderme lo que hacen fuera de su trabajo porque a mí no me interesa en absoluto, lo mismo que mi vida privada no le interesa a mis clientes.
Y un punto más, en el que desde luego han corrido un cierto riesgo: son nombres comunes en España, de gente española; por tanto, productos fabricados aquí y por gente de aquí. Con ello, me venden también su contribución a la salida de la crisis, al impulso de la economía y la productividad, al mantenimiento del empleo….
Con ello, me están utilizando y convirtiéndome en su skateholder: si necesito comprar una lavadora, ya sé que hay una empresa de aquí, formada por gente de aquí, que quiere producir, mantener su plantilla,….. ¿Me atreveré a comprar la lavadora de otra marca que no sea de mi país, a cuyos empleados no conozco?.
RESUMEN
En ambos ejemplos, las empresas -con mayor o menor grado de voluntariedad o intencionalidad-, están sacando a la luz a sus empleados, los están poniendo ante el foco del público. A través de su gente nos están vendiendo lo que la empresa vende.
Por tanto, ¿será responsabilidad de las empresas cuidar y pulir la imagen de sus empleados?. ¿Están legitimadas para hacerlo?.