No sé vosotros y vosotras, pero
yo aún recuerdo el día que me dieron las notas de Selectividad y supe que podía
estudiar la carrera que siempre había querido.
Y
es que no recuerdo haber querido ser enfermera, ni maestra, ni bailarina, ni bombera,...... Desde pequeñita deseaba
estudiar Derecho con un doble objetivo: ayudar a que los derechos de todo el
mundo fueran respetados y ser cónsul de
España en Austria. ¡¡¡ Ahí queda eso ¡¡¡
También
recuerdo que en mi casa siempre me apoyaron: nunca mis padres me hicieron cuestionarme
esa decisión, como tampoco lo hicieron con mis hermanos. Y la verdad es que es
ahora (al cabo de muchos años) cuando me doy cuenta de la importancia de ese
apoyo y plena libertad de decisión.
Y
he caído en la cuenta de ese apoyo sin fisuras, a cuenta de una situación que estos días
veraniegos he visto muy repetida, desgraciadamente: padres que cuestionan las
decisiones académicas de sus hijas e hijos por miedo a que "no puedan ganarse la vida".
Seguro
que much@s de vosotr@s también habéis asistido o sois parte de conversaciones
en las que se dicen cosas tales como
"mi hija quiere hacer Magisterio, pero es que no le veo futuro a
esa carrera; debería estudiar ....., como su prima, que ya está trabajando"; "Pablo quiere estudiar Química y no hay
forma de hacerle cambiar de idea. No se da cuenta de la cantidad de parados que
hay en ese sector; sería mejor que hiciera......".
Ante
estos comentarios, yo siento mucha incomodidad, porque entiendo la preocupación
-casi perpetua- que nos crean los hijos y su futuro. Pero
también considero que nadie disfruta haciendo aquello que no le gusta.
No
conozco ninguna profesión en la que no haya desempleo, en mayor o menor índice.
No conozco ningún sector en la que no haya gente obligada a "expatriarse" para buscarse un futuro medianamente
decente. Precisamente este fin de semana
he conocido a una pareja muy joven, arquitectos ambos, que se van a mediados de
mes a Alemania para poder trabajar en su
campo por 1.000 € al mes ella y por algo menos él. ¡¡¡¡Y se consideran afortunados porque van a
trabajar en "lo suyo"¡¡¡¡
Si
estos chicos hubieran estudiado algo que no les gustaba, algo para lo que no tenían
una cierta vocación ¿estarían tan
dispuestos a acometer esa aventura en esas mismas condiciones?.
Un
familiar mío quiere que su hija estudie -a toda costa- una carrera "de las de informática" porque hay muy poco paro. Así que este
verano, para ir sembrando el camino, le han regalado una tablet y un ordenador
nuevo como premio por las notas. Y, para seguir con la siembra, un viaje a Italia
a cambio de un curso de Community Manager.
Pero
la niña quiere hacer Trabajo Social, porque es su vocación. Y -con
un grave disgusto para sus padres- en
Italia se ha encontrado con la oportunidad de estar dos meses colaborando con
una ONG. Creo que podéis imaginaros la
escena.
Así
que yo me pregunto: ¿tenemos los padres
autoridad/legitimidad para cuestionar las decisiones de futuro de
nuestr@s hij@s, cuando ést@s tienen cierta edad?. ¿Ya no vale de nada la vocación profesional?.
El futuro profesional de una persona ¿se decidirá en función de las
estadísticas de paro de cada sector?.
Y
por último: si tuvierais la oportunidad de volver a empezar, y sabiendo lo que
ya sabéis, ¿le daríais a vuestra
vocación la misma importancia que le distéis cuando os tocó decidir por primera
vez?.