Hace unos días alguien me hacía el siguiente comentario: "A mí nadie me ha entrevistado
nunca para un trabajo, y no tengo ni idea de cómo es de verdad la entrevista.
Pero me imagino que es como una cita a
ciegas. Es decir, que el seleccionador sólo te elige si se enamora de ti a
primera vista".
Y me añadía:
"Claro.
Los seleccionadores sois humanos y, como tales, tenéis vuestras filias y
vuestras fobias. Si el entrevistado hace algún gesto que nos os gusta, o va
vestido como vosotros no vestís,......
no tendrá nada que hacer".
Independientemente
de los topicazos que sus argumentos encierran y concediéndole el beneficio de
la duda porque él nunca había sido
"entrevistado" para un trabajo, me gustaría señalar los
siguientes errores de este
planteamiento:
b) Es un
"lugar común".
Para desgracia de quienes nos dedicamos a la gestión de personas, decir
que alguien no ha sido elegido o promocionado para un puesto porque "no ha tenido feeling" con el
entrevistador, porque le ha caído mal
"al/ a la de Recursos Humanos",
es algo muy, muy corriente.
Puede ser que esto
pase en algunos casos. Lo admito. Pero contraargumento: a mí me pagan por hacer bien mi trabajo, por dar a
mi cliente el/la mejor candidato para cada puesto; y debo justificar una decisión que -más pronto que tarde- se
verá si es o no acertada. Y esto conlleva
NECESARIAMENTE que me olvide mis preferencias personales, de mis amistades,
de mis filias y de mis fobias.
De otra forma
¿me merece la pena dejarme llevar por mis simpatías para no volver a trabajar
más con ese cliente o para tener que repetir (gratis) el proceso?.
Por ello, y
aunque la antipatía o la simpatía suele ser sentimientos mutuos, puede ocurrir
que el entrevistador o la entrevistadora te caiga tan mal que no seas capaz de
presentar todas tus posibilidades y capacidades. Te concentras en lo mal que
está sentad@, lo descortés que ha sido al no presentarse, ... y acabas
descentrado y deseando que aquello termine cuanto antes. ¿Quién es aquí ¿el/la "culpable" del
fracaso?. Evidentemente
quien no ha sabido sobreponerse a los detalles y centrarse en lo importante.
Es decir, el candidato/la candidata ya ha debido
hacer un trabajo previo de posicionamiento y toma de poder; ya ha debido
decirme por qué debo elegirl@. Y ahí no vale que me guste su ropa, su sonrisa o
su cara. Ahí sólo vale que me guste qué
puede hacer por mí o por mi cliente.
Además, el candidato o la candidata tiene a su
disposición las mismas herramientas que yo pueda tener para "tomar el control": puede y debe investigar sobre la empresa (su
cultura, su trayectoria, sus valores,....) y - por supuestísimo- puede y debe investigar sobre el
entrevistador o la entrevistadora (desde aquí pido perdón a mis colegas).
En ese
trabajo previo, ya he descartado cierto
número de candidaturas; ya he hecho una criba. Y en este descarte estoy segura que he eliminado a personas que me
caerían especialmente bien, con la que podría entablar una gran
amistad,.... pero que no son adecuadas para ese puesto en concreto.
Y lo mismo debo hacer durante la
entrevista: tienes una formación envidiable, tu experiencia es maravillosa,
me caes fenomenal, pero.... no eres la
persona adecuada a este puesto en concreto. Y, guardaré tu Curriculum para
otra ocasión.
Imaginaos lo
que ocurre cuando la selección es para
promoción/ascenso: rara vez esa promoción depende exclusivamente "del/ de la de Recursos Humanos".
Conlleva un seguimiento de la trayectoria, al menos a medio plazo; implica oír
a varias personas; es necesario conocer a la persona,.... ¿cuántos ascensos inesperados, "no naturales o no cantados" conocéis?.
Y lo mismo
en sentido contrario: ya he comentado en alguna ocasión que yo me considero
incapaz (generalmente) de decirle inmediatamente
a una persona porque le he descartado para un puesto, ya que la mayoría de los
procesos selectivos se basan en una comparación.
- Hay que saber tratarla: busca los trucos para eliminarla o, cuando menos, para intentar superarla, y convierte a esa posible desventaja en tu aliado (Japón, Fukshima, Olimpiadas, ¿te suena?).
- El "poder" de un proceso selectivo no está en manos sólo
del seleccionador o la seleccionadora: l@s candidat@s deben sacar sus armas
desde el principio.
- Un proceso
selectivo no se limita, generalmente, a un único contacto persona a persona:
convénceme, desde que te inscribes en la oferta, de que tú y sólo tú eres mi elegid@, "mi media naranja".
- Y antes de
recurrir a tópicos, reflexiona y aprende ¿de verdad el fracaso ha sido sólo del
otro/de la otra?; ¿realmente yo lo he hecho todo bien?.