Explico el título, por si hay
algún/alguna privilegiad@ que puede abstraerse de las llamadas "noticias pesadas" y, sobre todo, para quiénes me leéis desde fuera
de España.
En
la comparecencia de ayer, el Presidente del Gobierno leyó varias frases textuales atribuidas a
miembros de los partidos de la oposición. Al
finalizar cada una de esas frases, el Señor Presidente concluía con un "FIN
DE LA CITA". Hasta aquí, todo normal.
Sin
embargo, parece
ser que el texto "FIN DE LA CITA" no estaba destinado a
que el Señor Presidente lo pronunciara en voz alta, sino que era una nota
aclaratoria -incluida en los folios
a leer-, con la finalidad de marcar pausas, énfasis, etc.....
Esta
anécdota se convirtió en Trending Topic mundial casi inmediatamente. Pero ¿de verdad es sólo una anécdota más o menos simpática o significativa?. Yo creo que puede
ser reveladora de problemas comunes a cualquier
empresa u organización.
A) Si el discurso se lo escribieron a quien debía
pronunciarlo, la confusión entre lo que debía leerse y lo que no,
revela, entre otras cosas, que:
- ha
habido falta de comunicación y colaboración entre redactor y orador: "toma
aquí tienes lo que debes leer y mi trabajo ha terminado. No considero que
exista una necesidad de que nos reunamos y veamos de qué va y cómo hay que
leerlo". En una organización, rara vez existen parcelas estancas que
no se interfieran entre sí, que no afecten directamente a, al menos, las más cercanas.
Por
ello, debemos implicarnos en nuestro trabajo desde el principio hasta el
final y, si nos dejan, un poquito más allá. ¿Habría costado mucho
trabajo marcar el texto que no debía leerse en otro color, con otro tipo de
letra, en distinto tamaño.....?
- El
orador ha incurrido en un exceso de confianza: puede que ésta sea la
primera vez que el redactor hiciera ese trabajo o la primera vez que haya
metido la pata; en cualquier caso, el
orador debía haberlo leído antes de llegar al estrado; sobre todo, teniendo
en cuenta la repercusión que dicho discurso pueda tener y que será el propio
orador el responsable último de lo que diga y de cómo lo diga.
Delegar
no es eludir responsabilidades; al
contrario quien delega debe establecer claramente qué se espera del delegado; entre
delegante y delegado debe crearse una comunicación fluida y permanente; hay que
fomentar una relación de retroalimentación continuada y positiva.
Y,
además, el delegante mantiene la función de supervisión y coordinación de las
funciones delegadas y, por tanto, la responsabilidad por los resultados frente
a la organización, los clientes, etc…
-
Si los folios dónde estaba redactado el discurso se han filtrado o entregado a terceros,
evidentemente sólo es culpa de quién
(con mejor o peor intención) lo
haya hecho.
Pero
su contenido (tanto en forma como en fondo) es responsabilidad de quién lo redactó. Y
estos detalles deben tenerse en cuenta también: "la mujer del César no sólo tiene que
ser honrada, sino también parecerlo".
O cómo diría mi amiga Inma: el marido de Cleopatra ......
B) Si el discurso lo ha escrito el propio orador, y
dado que es el responsable final de lo que dice, quizás la situación sea peor,
ya que:
- demuestra
nerviosismo: si el orador ha leído
lo que él mismo señaló como no leible, es
decir, si se equivocó, no lo hizo en
la situación más adecuada. Y ello porque se trataba de una de las funciones que
más asiduamente realiza y, sobre todo, porque el objeto del discurso era
mostrar tranquilidad, serenidad y seguridad ante unas circunstancias concretas
de especial calado para la organización y para sus Stakeholder.
-
Puede denotar prisas o improvisación: en cualquier caso, desinterés o desidia por el asunto del
que se hablaba y, peor aún, por los destinatarios. Grave error.
Hemos de poner el máximo interés en todo
cuánto hacemos; pero sobre todo en aquéllas cosas que tendrán una especial
repercusión para las personas de las que dependemos (clientes, proveedores,
personal de la organización,.....); hemos
de tener muy claro que - en más
ocasiones de las que creemos-, importa
tanto el fondo como la forma. Todo entra en el sueldo.
-
Si los folios dónde estaba redactado
el discurso se han filtrado o entregado a terceros, las consecuencias pueden
ser dolorosas.
No
puede, ni debe, culpar a otr@s del
contenido. Evidentemente. Pero debe
preguntarse ¿me he precipitado al entregar los papeles?, en el caso de que lo
haya hecho él. Si no lo hizo, las preguntas son otras: ¿quién me rodea?; ¿he delegado
correctamente?; ¿me han traicionado?.