Que "lo verde, lo ecológico y lo
socialmente responsable" son tendencias, es un hecho. Y, como toda tendencia de cierta
importancia que se precie, al olor de estas sardinas acuden todo tipo de "personajes" :
-
LOS DEVOTOS Y LAS DEVOTAS, que conocen a fondo la doctrina, creen en
ella y la asumen sin reservas, aceptando y practicando los
"diez mandamientos" .
-
LOS Y LAS "PSEUDOS", que -sin
creer en la doctrina y, por supuesto, sin adoptar su credo- se apuntan a la cofradía porque es buena para
hacer caja; eso sí, sólo acudirán al culto en ocasiones especiales: "bodas, bautizos, comuniones y entierros";
- LOS Y LAS "ME
APUNTO", han oído algo de la historia, acuden al templo, pero están muy perdidos con el catecismo y
los ritos.
Siguiendo
con los símiles religiosos (que la Semana Santa ya se asoma a nuestro
calendario), todas estas situaciones
hacen que, al final, paguen justos por pecadores. Y
confieso: cuando percibo que se abusa o se pervierte "algo" que creo que puede ser beneficioso (en este
caso, la Responsabilidad Social), me
mosqueo muchísimo porque esos abusos y
perversiones acaban con ese "algo",
lo vacían de contenido y lo matan.
Permitidme hablar del Greenwashing, definido como actuaciones que realizan algunas empresas para aparentar que sus productos y/o servicios se ajustan a políticas y prácticas respetuosas con el medioambiente, pero luego...... todo parecido con la realidad es pura coincidencia.
Si
trasladamos esto al ámbito de la
Responsabilidad Social, nos encontramos con el Socialwashing, es decir, vender que nuestra empresa realiza actividades con repercusiones
positivas sobre la sociedad, - tanto
en los métodos y procesos internos como en su relación con los demás actores
(inversores,
consumidores, gobiernos,.... )-, cuando
la realidad es justamente la contraria.
Pero claro, impedir y sancionar (imponer la
penitencia) el abuso o el uso
inadecuado de la Responsabilidad Social
es complicado cuando:
* existe una
sensibilidad creciente en los consumidores y las consumidoras hacia
productos y servicios que cumplan, se produzcan y/o se presten con la responsabilidad social. Así, se originan nichos de mercado muy golosos y
atractivos para
cualquiera;
* no existe
una legislación suficiente ni para regular lo que se entiende por ecológico
o por socialmente responsable ni, en consecuencia, para evitar abusos. Se pretende que la buena fe y la conciencia
sean los catecismos de las empresas, pero no se les exige el sacramento de la
confesión, no se les audita si realmente cumplen o no la doctrina.
Muestra de lo que
digo es que estas prácticas "pseudo-responsables" se llevan a cabo incluso desde las
Administraciones Públicas. Me explico
con uno de los ejemplos más recientes que conozco: los "PRODUCTOS
LÁCTEOS SOSTENIBLES", campaña del Ministerio de Agricultura español.
¿Sostenibles? ¿Sostenibles respecto a qué
parámetro?. ¿Qué quiere decir eso?. Pues miraos el enlace http://www.magrama.gob.es/es/megustalaleche/productos-lacteos-sostenibles/
y aprended: según el propio Ministerio estos productos aportan a los
consumidores " Una garantía del origen
español de la leche y de los
derivados lácteos y de que ha sido contratada en unas condiciones que
garantizan la sostenibilidad económica del
sector lácteo español". Es decir, nada relacionado con los
prados verdes, las vaquitas trotando en libertad, los precios justos, .....
Ante esta situación,
nos corresponde a la ciudadanía -una vez
más- convertirnos en perseguidores y
perseguidoras de estas prácticas, aprendiendo que una cosa es lo que se dice que se hace y
otra lo que realmente se hace:
-
Hemos de enjuiciar el conjunto de los actos y no algunos aislados,
de forma que podamos ver más allá de la etiqueta verde, de un determinado acto
de patrocinio deportivo o de la musiquita del anuncio. Exijamos la coherencia.
- Hemos de ejercer nuestro "poder": si no podemos recurrir a la legislación para
eliminar estas malas prácticas, si
podemos dejar de consumir o empezar a dar publicidad a esos abusos o malas prácticas.