Este
artículo ha generado reacciones de todo tipo: sorpresa (espero que ya cada vez
menos), apoyos y hasta rechazo absoluto.
Sí,
rechazos. Y la mayoría argumentando que las facetas privada y laboral de cada
persona están separadas por una línea intraspasable, siendo imposible
mezclarlas, siendo ambas facetas absolutamente independientes.
A
modo de resumen, se me señala que a las
empresas lo que le tiene que importar es que cumplas con tu trabajo, pero JAMÁS
lo que hagas los fines de semana, con quién te relacionas, o a qué dedicas tu
tiempo libre.
Nunca
he estado de acuerdo con esta división de facetas; creo, sinceramente, que cada
una de nuestras esferas de actuación influye
-en mayor o menor medida, con más o menos frecuencia e intensidad- en las demás.
¿Te suena aquello de "no
puedo desconectar ni en vacaciones"?.
Es
más: si creo que la persona es indivisible por naturaleza, en esta situación socioeconómica ya no es
una cuestión de FE o un criterio subjetivo; es un HECHO. ¿Qué piden hoy las
empresas para cubrir cualquier puesto de trabajo?. De otra forma: ¿qué es un
candidato interesante para una empresa?.
Sé
que cada un@ de nosotr@s tendremos una respuesta a esta pregunta, una opinión basada en argumentos objetivos y subjetivos.
Pero no nos engañemos: a menor oferta de
trabajo, mayores exigencias a los candidatos. Lo veo/lo vemos cada día.
Hoy, un buen candidato, un candidato interesante, un fututo miembro de
la empresa NO es quién tiene el mejor curriculum académico y/o profesional; es
quién, además de ese curriculum, tiene otras capacidades, otras cualidades
añadidas; es quién mejor se adecua al perfil ideal que tiene diseñado la
empresa.
Y
en ese perfil ideal juegan valores archiconocidos: trabajo en equipo,
responsabilidad, proactividad, autonomía, resistencia al estres,
organización,........ Todos y cada uno de los típicos tópicos que leemos en las
ofertas de empleo y en las cartas de presentación.
Pero
hay algo más a tener en cuenta: con un
concepto más o menos acertado, las empresas tampoco
creen en la división de la persona porque la quieren "al completo"; quieren
gastar su dinero en una persona y no sólo en un/a trabajador/a.
De
ahí que quieran saber "de qué pié
cojea" cada candidato o candidata:
quieren saber qué les puede atraer para pasarse a la competencia, quieren saber
cómo se comportan fuera del trabajo, con quién se relacionan,.....
Soy
plenamente consciente de que si el artículo anterior levantó polémicas, éste
puede casar llagas. Por ello quiero explicarme con ejemplos: a la empresa le da igual que tú
salgas todos los días de copas, pero no le da igual que te pilles la cogorza un
día sí y otro no, porque eso va a repercutir en dos cosas: tu rendimiento como
trabajador/a y su imagen
como empresa; es decir: en su
pasta y en su prestigio.
A
la empresa no le interesa tu condición sexual, pero sí que te detengan por
escándalo público o que alardees de una postura
"homofóbica", por ejemplo.
Esto no repercute en la cuenta de resultados de la empresa, pero sí en
su política de responsabilidad social.
Y
esto se aplica a cualquier puesto, de cualquier categoría: desde Programadores
Java a Auxiliares de taller; desde Directores Financieros a Vendedores de motos,....
Seguir la huella de
un/a candidato/a en las redes sociales -dentro
de ciertos límites y con las debidas excepciones- no es algo ilegal, ni tan siquiera inmoral,
porque no se espía sino que se lee: casi todo lo que hay en una red social
sobre mí está ahí porque yo lo he
publicado o consentido; porque yo he querido que se sepa o no he adoptado las
acciones necesarias para que se borre (repito, con excepciones y límites).
Y
no olvidemos lo que ha dicho recientemente el Tribunal Europeo de Justicia
sobre el derecho al olvido digital y la protección de datos de carácter personal.
Por
tanto, seamos
realistas: igual que una red social es un
medio útil para encontrar trabajo, también lo es para encontrar/rechazar
candidatos. E
igualmente, seamos
coherentes: publiquemos masivamente sólo aquello
que queramos que se conozca masivamente.