Ayer se publicó, en la web del Ministerio de
Empleo y Seguridad Social, una carta abierta de la Ministra titulada: "Carta abierta. La lucha contra el fraude laboral es responsabilidad de todos"
En
dicha carta, la Sra. Báñez señala la indudable importancia de
la lucha contra el fraude laboral "y
más aún en el actual contexto de difícil coyuntura económica"...... Y añade cifras sobre el importe del fraude ya
detectado: "entre 2012 y los
primeros 6 meses de 2013 se llevan ahorrados 3.160,67 millones de euros"......"
"En
lo que se refiere exclusivamente al primer semestre de 2013, se ha retirado la
prestación por desempleo a 60.004 beneficiarios........ por falta de disponibilidad para el empleo,
incumplimiento de los requisitos de acceso y mantenimiento de la misma........."
Con estos números, el Ministerio pone a nuestra disposición un buzón
donde "notificar este tipo de conductas fraudulentas e insolidarias
para que sean objeto de análisis y, en
su caso, de investigación por la Inspección de Trabajo.
Y ello, según dice la carta, porque si bien es obligación
de las administraciones públicas atajar el
fraude, "si
la ciudadanía no toma conciencia de la importancia de colaborar" en esa lucha "acabar con esta lacra será una tarea
mucho más ardua"...... "Solo
con la implicación decidida de la sociedad española podremos conseguir frenar y
acabar con un problema que ataca el corazón de nuestro Estado de Bienestar y
las conquistas sociales alcanzadas con el esfuerzo de todos".
Que hay que luchar contra el fraude -en cualquier derecho- es algo que compartimos todas y todos. Que
dicha lucha es necesaria siempre, y aún
más en estas situaciones socio-económicas, es indudable.
Lo que no considero ni legal ni moral es que se convierta
a l@s ciudadan@s en delatores de otr@s. Máxime cuando ese "deber" se intenta apoyar en consideraciones morales
y no en parámetros o disposiciones de carácter normativo.
A) En efecto: no hay ningún
precepto en nuestro ordenamiento jurídico que obligue a los ciudadanos y a las
ciudadanas a denunciar a nadie. Es cierto que nuestro ordenamiento jurídico
contempla la posibilidad de iniciar procedimientos administrativos
sancionadores por denuncia (artículo
69.1 de la Ley 30/1992, del Régimen Jurídico de las Administraciones
Públicas y del Procedimiento Administrativo Común), pero nunca como obligación.
Es más, el
artículo 39.1 de la misma señala
que "Los ciudadanos están
obligados a facilitar a la Administración informes, inspecciones y otros actos de investigación sólo en los casos previstos por la Ley".
¿Y
qué dice la Ley? Los artículos 4 y 5 del Real Decreto Legislativo 1/1994, (Texto Refundido de la Ley
General de la Seguridad Social) señala que "corresponde
al Estado la ordenación, jurisdicción e
inspección de la Seguridad Social y a los trabajadores y empresarios colaborar en la gestión.
Y
el artículo 78.2 del mismo Real Decreto dispone que "Específicamente corresponderá a la
Inspección de Trabajo y Seguridad Social: a)
La vigilancia en el cumplimiento de las obligaciones que derivan de la
presente Ley y, en especial, de los
fraudes y morosidad en el ingreso y recaudación de cuotas de la Seguridad
Social".
Finalmente
este Real Decreto dispone que la
colaboración con la Inspección corresponde a los servicios de la Seguridad
Social (artículo 79). Ni siquiera nombra
a la ciudadanía.
B) Establecido ya que no hay una
obligación legal de denunciar, ¿a qué se
puede apelar para que nos sintamos obligad@s, persuadid@s a denunciar?. ¿Qué justifica que la ciudadanía se convierta
en denunciante?.
Denunciar a alguien es otorgar al/ a la denunciante un poder muy peligroso; no sólo
porque puede dar lugar a venganzas, revanchas,....; sobre todo es peligroso porque:
- se
otorga a la ciudadanía el poder de interpretar las leyes. ¿Pero tenemos
tod@s la formación jurídica necesaria para ello?. Me podrán decir que sólo se
pide al ciudadano que señale que
"hay algo que no le cuadra".
Vale,
es verdad. Pero ¿y si la denuncia conllevara la suspensión cautelar de la
prestación hasta que el organismo administrativo correspondiente termine la
investigación?.
-
Se convierte a la ciudadanía en "agente de la autoridad", en
empleado público. ¿Acabaremos en una sociedad de espías y espiados?.
¿Trabajaremos gratis para el poder?.
-
Se crea a la ciudadanía un conflicto de
conciencia: ¿Vivimos y dejamos vivir o nos convertimos en superhéroes o
superheroínas contra la corrupción?. ¿Estamos tan limpi@s como para atrevernos
a tirar la primera piedra?.
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