Ya hablé, hace unos días, de cómo
esta maldita crisis nos está "ayudando
y enseñando". Sí, estamos aprendiendo cosas que NUNCA DEBEMOS OLVIDAR: el
poder que tenemos como ciudadanía y como individuos;
el saber exigir responsabilidades a quienes deben ser ejemplares y
honrados (no sólo parecerlo); el mirar
cómo y dónde dejamos nuestro dinero,.....
Sí, sin duda alguna la calle se está
empoderando, ante el desamparo y la falta de respuestas que percibimos de las
instituciones. En cualquier caso, el desencanto/la indiferencia que sentimos ante la función, la legitimación
y la justificación de la existencia de las instituciones (y, por tanto, de su coste), está empezando a
tomar un nombre: "LO SIENTO, YA NO
ME REPRESENTAS", YA NO SIENTO QUE TE IDENTIFIQUES CONMIGO Y MIS PROBLEMAS.
O
lo que es lo mismo: está cambiando la forma en que nos relacionamos con "el poder", entendido éste tanto en su faceta pública
(administraciones, sindicatos,
gobiernos,...) como en la faceta privada (empresarios, proveedores de
servicios,....).
Cada
vez más, tendemos a buscar una relación
"lo más directa posible", saltándonos a los representantes
tradicionales. Así, me gustaría
mencionar (generalizando):
- La Justicia: los retrasos en celebrar los
juicios, los requisitos formales exigidos para demandar, LAS TASAS y costas, la
separación entre el derecho y el sentir ciudadano,...... hacen
que -cada día más- evitemos relacionarnos con la judicatura.
Instituciones
como el arbitraje y, sobre todo, la
mediación están de moda; pero no sólo por resultar menos formalistas y económicas que los tribunales (que
también); sobre todo lo están porque:
* pensamos que permiten el cara a cara con la
otra parte del conflicto y nos sitúa a tod@s al mismo nivel, con las mismas
posibilidades;
* porque
consideramos que jueces, juezas, abogados, abogadas,.... sólo atienden las
cosas "gordas", las importantes. Viven en otro mundo.
Con
las redes sociales, llegamos dónde queremos, cuando queremos, y
sin filtros ni censuras previas
(para bien y para mal),..... No
necesitamos a nadie que hable por nosotro@s, no quedamos sometidos a la
voluntad, a la interpretación o la conveniencia de ningún portavoz.
- Convenios
Colectivos: con la nueva
legislación laboral, los Convenios están cediendo su papel como instrumentos de
regulación de las relaciones laborales, en favor de la negociación individual
empresa-trabajador/a. Y cada
día nos fiamos menos de los sindicatos como contrapoder a las empresas.
Así, al firmar un contrato, al negociar una
modificación de las condiciones de empleo, ya no solemos buscar "al del sindicato" para que nos
asista, porque sabemos que su poder está
"de capa caída". Lo que hacemos es buscar un acuerdo directo
con la empresa, prescindiendo de
intermediarios a los que negamos eficacia, funcionalidad, o de cuya
capacidad dudamos.
- Conflictos
Laborales: Estamos asistiendo estos días al conflicto en la
Radiotelevisión Valenciana, y acabamos de cerrar el conflicto de la limpieza de
Madrid. Ambos son ejemplos de esta nueva forma de relación.
Y
ello porque la ciudadanía, en vez de quejarse por los gastos y las molestias derivados
de estos conflictos, han cerrado filas en torno a l@s huelguistas y los apoya
mayoritariamente: ya no es el conflicto político y sindical, sino una lucha por mantener
unos derechos, que coinciden con los míos, independientemente de la
ideología del sindicato o de la
patronal.
- Los
organigramas de las empresas: Somos perfectamente conscientes de que aquí ya
no valen las frases tipo "porque yo
lo digo", "y punto".
Igual que ya no valen los despachos con puertas cerradas y en la planta noble,
ni las jerarquías piramidales, ni los escalafones marcados por escalones de
mucha altura. Las relaciones de empleo han cambiado.
Ahora
buscamos/necesitamos relacionarnos de tú
a tú con nuestr@s superior@s,
incluso l@s no inmediatos. Ahora necesitamos que no haya arriba, sino "al lado". Necesitamos más un/a colega que esté cerca que un/a líder en la
distancia.
Y
tampoco necesitamos una plantilla
sometida y obediente que actúe como un robot. Necesitamos gente motivada y
comprometida, que arrime el hombro en todo momento. Necesitamos más la iniciativa y el compromiso que la sumisión y el
acatamiento.