Leyendo hoy un magnífico artículo de Manuel Yañez, me ha surgido una reflexión a propósito
de la "deseabilidad social".
UNA
DEFINICIÓN RÁPIDA.
En el ámbito de la
selección de personal, entendemos por deseabilidad social “la tendencia de los sujetos a idealizar
sus respuestas, según estereotipos
introducidos por la valoración social de deseabilidad”
(Matesanz, 1997). O, en palabras de
Nicolás Seisdedos "la
adaptación inteligente".
Es decir, y simplificando, la conducta por la cual
los sujetos, al contestar determinadas preguntas, dan las respuestas que
consideran más adecuada en función del entorno en el que se le hacen esas
preguntas o de la finalidad que persiga el cuestionario. De otro modo: en vez
de responder con sinceridad, dicen lo que creen que les va a ayudar a "quedar mejor", lo que creen
más "políticamente correcto".
Y esta tendencia o conducta
se acrecentará más cuanto más importante sea -para el individuo- el objeto
o la finalidad de las preguntas que se le formulen: ¿pones o pondrías el
mismo interés en contestar un test en un proceso selectivo que en una encuesta
telefónica sobre el tiempo que ves la tele?.
Normalmente ¿a quién tienes más interés en impresionar: a tu jef@ o a tu
fruter@?.
Una precisión: cuando hablo de
deseabilidad social no me refiero a la CAPACIDAD de las personas de ADAPTAR
nuestro lenguaje, nuestro comportamiento,.... al entorno, al interlocutor, a
las circunstancias,... etc., sino a la CONDUCTA (más o menos
consciente) que nos lleva a CAMBIAR nuestro lenguaje, comportamiento,.... en
función de lo que consideramos que nuestro entorno, nuestro interlocutor o las circunstancias
van a considerar que es lo más correcto.
Y que
quede clara una cosa: tod@s buscamos la aceptación (ser parte de) y el reconocimiento
(ser mejor o, al menos, igual que). Tod@s, por la naturaleza humana, adoptamos una conducta de deseabilidad social
en nuestra vida. Por tanto, la deseabilidad no es ni buena ni mala per se.
EFECTOS DE LAS REDES SOCIALES EN LA DESEABILIDAD SOCIAL.
Siempre que se pide a una persona que responda a
un test o prueba similar, se le advierte que debe ser lo más sincera posible.
Seguro que quienes realizan o han realizado reclutamiento nos reconocemos en la muletilla: "sed sinceros, porque no hay respuestas buenas o
malas, sino respuestas sinceras".
Y no las hay por razones evidentes:
la consideración de lo que es bueno o lo
que es malo puede variar de una persona a otra, de un país a otro, o incluso de una ciudad a la vecina. E,
igualmente, cambia casi de una semana a la siguiente. Incluso, cada un@ de nosotr@s puede tener distintos criterios de maldad y bondad, según la hora del día.
Quiero decir: la tendencia a
lograr la deseabilidad social, a
moverse exclusivamente por lo que en cada momento debe considerarse bueno, malo
o regular, está influenciada por una multitud de factores, circunstancias y
situaciones. Y esto es así desde siempre.
En un estudio
publicado en 2001, Pablo Briñol y otros
autores concluían que los individuos que tienen una alta
deseabilidad social:
- son más fáciles de persuadir (especialmente
usando incentivos);
-
revelan una mayor dificultad para discernir entre la realidad de los hechos y
los argumentos con los que esos hechos se le presentan;
-
son más permeables a la opinión,
creencia e influencia de tercer@s, especialmente cuando consideraban a es@s tercer@s como expert@s.
A efectos de este
post, quiero centrarme en la permeabilidad señalada. ¿Cómo contribuyen las redes sociales a la
deseabilidad social?. ¿Cómo nos impulsan las redes sociales a buscar y a
modificar lo que consideramos "más
socialmente correcto" en cada
momento o cada situación?. Las redes sociales ¿nos hacen más
permeables?.
Creo que la respuesta
variará según la finalidad con la que nos movamos en esas redes. Veamos algunas posibilidades:
- Buscar trabajo. Ya he dicho que
-igual que l@s reclutador@s buscamos información en las redes de posibles
candidat@s, ést@s están pueden (y deben) buscar datos sobre la empresa a la que
quieren optar y, cómo no, de la persona encargada del proceso selectivo.
Los blogs (personales
o de empresa), los tweets, las fotos, los me gusta, ..... reflejan la cultura,
los valores y las preferencias de sus autor@s.
Un seguimiento más o menos prolongado de estos elementos puede
condicionar a posibles candidat@s a adoptar,
al menos provisionalmente, la cultura de esa empresa, de es@ reclutador/a.
Esta es, a mi juicio,
la situación de deseabilidad social, de adaptación inteligente, más "comprensible", ya que suele obedecer a un instinto casi primitivo
de supervivencia.
- Buscar reconocimiento personal y/o
profesional. Tod@s tenemos ídolos, gurús, creador@s de
tendencia,..... Se trata de personas a las que admiramos casi
incondicionalmente y de las que solemos aceptar sus opiniones casi sin
cuestionarles nada.
El peligro de la conducta de deseabilidad
social en estos casos (en mi opinión los más peligrosos) es convertirnos en meros
"contadores
de retweets"; es decir, el peligro es llevar la admiración hasta el rendimiento, de forma que cambiemos
nuestras ideas sólo porque lo dice el/la gurú de turno y para obtener así su aprobación.
Y con un añadido: la velocidad con la que cambian los "líderes" del mundo 2.0 obliga a l@s fans a ir cambiando de opinión
aceleradamente, lo cual les llevará a
una situación de cacao mental, de indefinición y de ambigüedad que, a la
larga, borrará el poco reconocimiento conseguido.
Además, debemos
recordar que, cuando seguimos a una
persona sin cuestionarle nada, estamos desaprovechando la oportunidad
única de aprender cuestionando.
Quizás por eso,
últimamente asistimos a la corriente de los
"antisistema sistematicos" o provocadores profesionales, esas personas que -por sistema-
llevan la contra a todo lo que se
considera instituido, sean corrientes de pensamiento, líderes,
procedimientos,.....
Pero diferenciación o
discrepancia no siempre significan provocación. L@s provocador@s profesionales no son quienes
aportan ideas novedosas, innovadoras y
"rebeldes", ni quienes tienen contraargumentos sólidos; sino quienes se oponen a algo porque sí, sin más argumento que la mera oposición. En estos supuestos, la deseabilidad social implica una conducta de reto permanente.
Y, si por alguna casualidad, las
"ideas" del
provocador/de la provocadora encuentran eco, ¿cuánto tardará su autor/a en
cambiarlas y buscar un nuevo reto?.
Como en muchas ocasiones, permíteme lanzarte una pregunta
¿te reconoces en alguna de estas conductas de deseabilidad
social?. ¿Sabes ya qué puedes
hacer para solucionarlo,.... si
quieres?.
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