En mis primeras horas de playa de
este verano, escuché (más bien, me gritaron) una conversación en la
que un señor le preguntaba a su amigo Pedro si ya le habían retado a tirarse el
cubo de agua helada.
Pedro,
bastante avergonzado (se le notaba a leguas), le confesaba a sus amigos y
amigas que aún no había recibido ninguna invitación al respecto. Y en voz alta
señalaba: "Pero vamos, .......
no creo que tarde en recibir un chorro de invitaciones. Vamos, seguro que me
retan 3 o 4".
Yo
me vine de ese lugar y Pedro no se había
"mojado". Y mi marido y
yo comentamos que parecía un tanto molesto
y casi humillado por no haber sido retado. Era como si ante la pregunta de su
amigo se hubiera dado cuenta de que el no recibir la invitación equivalía a no ser nadie
en su mundo particular.
Así
que quiero ir más allá y cambiar la perspectiva ¿estamos obligad@s a reconocer/agradecer/alabar
a quienes nos rodean?. ¿Y a quién hay
que agradecer? Pues yo creo, sinceramente, que sí, que estamos
obligad@s a hacerlo, por muchos factores y en todas direcciones. (Permitidme ahora, para no ser muy
reiterativa, remitiros a mi último post sobre la necesidad de practicar la
Reciprocidad).
Y en el estricto ámbito
laboral el reconocimiento, la alabanza y la gratitud son elementos básicos e
imprescindibles para una adecuada gestión de personas. Eso sí, y
creo que no debería ser necesario aclararlo: siempre que se hagan desde la
sinceridad.
A) En
sentido "descendente": esta es la parte más obvia de la cuestión.
Pero, de tan obvia, a veces la olvidamos. Nuestro personal no es un mueble más,
no está allí para obedecer ciegamente, ni nuestra obligación con ell@s termina
con el pago del salario.
Ahora
que se habla tanto de ALINEAR, debemos ser consciente del poder que para
esa alineación/identificación/engagement/compromiso...... tiene reconocer, valorar y agradecer (sí,
hablo también del salario emocional).
Usar
A TIEMPO la palabra o el gesto adecuados,
puede suponer la diferencia entre que
una persona simplemente trabaje PARA nosotr@s o se implique más y trabaje CON nosotr@s,
en equipo.
B)
En sentido "ascendente":
igual que hay malos jefes y malas jefas,
también l@s hay buen@s; quienes no tienen horas para enseñarnos, quienes siempre
están ahí para apoyarte, quienes sienten que tu futuro es su futuro; quienes
consideran que tú no eres un@ más, sino alguien tan valioso e insustituible
como él o ella mism@., etc.....
Agradecerle
su esfuerzo, su tiempo, su interés,......... es (además de un síntoma de
buena educación, de generosidad y de autoseguridad)
una buena forma de establecer una
relación cordial, sincera, abierta y
beneficiosa para amb@s: podréis acercar perspectivas, tendréis más libertad
para expresar reparos o desacuerdos, demostrarás tu implicación e interés en el
proyecto empresarial,......; en definitiva, podréis construir un verdadero equipo.
C) En
sentido "horizontal": ¿qué persona es la más importante de tu
equipo?; ¿eres tú más importante que tu compañer@?. Si tienes una respuesta segura, inamovible,
para estas cuestiones,...... me quito el sombrero.
Es muy frecuente que no
agradezcamos/reconozcamos a nuestros pares, y que nos
limitemos a diluir su contribución en el
éxito del equipo al completo.
Pero ¡¡¡con qué facilidad señalamos el error ajeno¡¡¡,.....
sobre todo para salvar nuestro trasero.
El equipo debe ser un bloque único para
lo malo y para lo bueno; lo suscribo sin duda ninguna. Pero
ello no nos exime de la obligación de destacar capacidades, talentos, contribuciones, .....
de cada uno de sus miembros, y tanto ante l@s otr@s iguales como, por supuesto,
ante "la superioridad". Así sí se crea un equipo sólido.
Presentados
mis argumentos, querido lector/querida lectora, te invito a que seas educad@ y,
sobre todo, generos@: ¿a cuántas
personas debes reconocer/agradecer/alabar algo hoy?. ¿Lo has hecho ya?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario