Reconozcámoslo: en muchas ocasiones reñimos a nuestros hij@s
con el "paso cambiado". Es decir, el momento de la amonestación nos pilla nervios@s, cansad@s, a desgana o, lo que es peor,
volcamos en la bronca el mal humor que hemos ido acumulando durante el día y
que -generalmente- nada tiene que ver
con ell@s.
Y,
sigamos con las confesiones, también nos pasa en el ámbito laboral: amonestamos
mal, tarde y, a veces, sin mucho fundamento. Así que, haciendo un acto de
contrición, os propongo una serie de
reglas para cuando tengamos que
"reñir".
A) LOS MOTIVOS.
Una
amonestación a una persona en el ámbito laboral puede ser muy simple (la mera
bronca) o tener consecuencias más serias (suspensión de empleo y sueldo,
despido,....). Y, en todo caso,
aunque sea por una mera cuestión
de respeto, la riña debe tener una base sólida y fundamentada
porque:
-lo
contrario hará que se entienda como producto de un desahogo, como una
injusticia total (convirtiendo en mártir al amonestado), o como capricho del
amonestante. Es decir, le quitará toda la importancia y finalidad que pueda
tener;
-
te permite asegurar que sea útil; es
decir, que sirva para aprender y mejorar y no como un instrumento de
castigo. Debes explicar
en qué se ha fallado, qué hay que aprender, cuáles son las consecuencias de lo
que se ha hecho mal o no se ha hecho;
-
pero OJO, porque con la bronca también debes
aprender tú: ¿has hecho todo
lo posible para evitar que la situación se produzca?; ¿has enseñado
qué hay que hacer y qué no?,......
Confieso que hay una frase que odio cuando se riñe a l@s niñ@s:
"ya eres mayorcit@ para saber que eso no se hace". Me entran ganas de coger al padre o la madre
de turno y decirle "¿y tú no eres
ya mayorcit@ para saber que antes has tenido que enseñarle cómo hacer "eso" bien (o al menos de la forma que tu
quieres)?.
B) EL TEMPO.
Ni
aguantarse las ganas ni
"vomitar" a las
primeras de cambio. Las amonestaciones,
las riñas, deben producirse en el momento adecuado. Y ello porque:
-
si tardas
mucho, el amonestado o la amonestada podría no comprender la
importancia de lo que ha hecho; y tú podrás perder la perspectiva de
determinados detalles que pueden servirte para encarrilar mejor el asunto
(circunstancias que pudieron influir en cómo se produjeron los hechos, efectos
colaterales,.....);
-
pero, si te
precipitas quizás sea aún peor. No
tendrás todos los elementos necesarios para valorar lo realmente sucedido,
podrás equivocarte al asignar responsabilidades, podrías incluir elementos no
relacionados con los hechos,....
C) LA FORMA.
Tan
importante como el fondo (los motivos)
son las formas que se usan para amonestar. Te propongo:
- Diálogo y no
monólogo. Oye las explicaciones y disculpas de la persona a
amonestar, déjale exponer sus puntos de vista.
Así tú también aprenderás si tú has
tenido una cuota de responsabilidad (por acción o por omisión); podrás
comprender los motivos que han impulsado
a esa persona a actuar de una u otra forma; si ha habido una concatenación de
malas decisiones previas que se te hayan escapado; si hay dejadez en la actuación de otras
personas,......
- En privado,
jamás en público. Las amonestaciones no deben ser (al menos por
regla general) un arma para ejemplificar o para publicitar las reglas
disciplinarias de la empresa; tampoco
deben ser usadas para colgarte medallas por lo dur@ que eres. Y las
lapidaciones públicas no son un castigo
ejemplar.
- Modula y
modera. Al amonestar, no
puedes pasarte ni quedarte cort@. Así que, a la hora de reñir, valora tanto lo sucedido como sus
consecuencias reales.
- Sé
consecuente y congruente. Ante los mismos hechos, la misma intensidad
de amonestación. Y lo que antes no
se ha reprendido, no puede reprenderse ahora.
- Actitud. Cuando tengas que amonestar, procura estar lo
más tranquil@ posible y, sobre todo, no tengas un juicio previo formado (a lo
mejor es verdad "esto no es lo que
parece"). Otra razón por la que te
recomiendo el diálogo. Y, sobre
todo, NO GRITES, porque ya sabes que
eso no te da más razón.
- Ambiente. No
acorrales, no crees la sensación de juicio sumarísimo. Para ello, lo mejor
es que te sientes junto a la persona a amonestar (no enfrente). Explícale claramente cuáles son los motivos de
la amonestación, su importancia concreta.
Y
"escenifica" que estás
dispuest@ a escucharla.
Permitidme
cerrar estas líneas con un asunto muy personal y absolutamente ajeno a este
post. Hoy quiero rendir un pequeñito homenaje a mi abuela: sus casi 105 años
han sido un ejemplo de bondad, cariño y de
"ironía gallega". Te
admiro y te quiero.
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