Uno de los
colectivos más brutalmente afectados por la crisis laboral ha sido el de las personas con más de
40 años, porque cuando
(se supone) que están en esa edad en la que deberían haber
conseguido "la estabilidad", han sido desplazadas de su zona de confort o -lo que es peor- se han visto expulsadas del mercado de trabajo y con un alto "sentimiento" de incertidumbre sobre su vuelta al mismo.
Por eso, cuando han logrado
mantenerse y, sobre todo, o cuando se reincorporan después de esa expulsión,
desarrollan (por regla general) un sentimiento de enorme agradecimiento ante
esa segunda oportunidad.
Y no me refiero a esa necesidad
que tenemos tod@s de no defraudar a quién ha confiado en nosotr@s; me refiero a
algo más serio: es como si estas personas sintieran que nos deben su estabilidad, su sustento, ....... Pero ¡¡¡NO ES
VERDAD¡¡¡.
EFECTOS
NOCIVOS DE ESTE AGRADECIMIENTO EXTREMO:
1.- El/La Profesional vive en una
situación de estrés permanente:
siente que está siendo examinad@ continuamente, cree que toda la empresa está esperando a que
cometa el menor fallo para espetarle que no sirve o que es un/una enchufad@.
Como consecuencia
del sometimiento prolongado a esta situación, su capacidad, su rendimiento, se puede reducir notablemente; podemos inducirl@ al síndrome del burnout,.....
2.- El/La profesional no sabe decir
NO. Siente que debe
devolver a la empresa más de lo que cree que ha recibido de ésta. Por ello, no
se negará a nada de lo que se le pida; incluso asumirá funciones que
corresponden/deben ser realizadas por otra persona,.....
El caso es
agradar, que nadie se queje de él/ella, presentarse como la persona más imprescindible
y necesaria del mundo.
3.- Hay que "demostrar" que se sabe, pero sin demostrarlo.
Esta es la paradoja: el/la profesional quiere hacer ver que no se
han equivocado al contratarlo pero tampoco quiere situarse en la "línea de fuego".
Por ello, puede caer en el riesgo de no cuestionar
ninguno de los procesos de trabajo, de no sugerir mejoras, de no aportar lo
bueno que trae en su mochila profesional. Es decir, podrá caer en el "Síndrome de la amapola alta"
COMO
CORREGIR/LIMPIAR ESTOS EFECTOS.
En mi opinión, se
requiere una labor de "higiene
mental" con est@s
profesionales. Desde la Gestión de RRHH debemos:
- hacerles
sentirse valorad@s: que si están
ahí es porque tienen capacidades, aptitudes y actitudes que l@s hacen
merecedor@s del puesto . O -cuanto
menos- porque a la empresa le ha
convenido su contratación;
- reconocer
su experiencia previa: animarl@s
a que aporten sus conocimientos y trayectorias previos, explicándoles que esa
mochila profesional es un valor añadido y diferencial que DEBE compartir;
-
proporcionarle una buena acogida:
no debemos limitarnos a enseñarles dónde está el baño o la
cafetería o a presentarle a su
superior/a direct@. Hay que ir mucho más allá: hay que explicarle detalladamente sus
funciones y las de sus compañer@s;
tenemos que arroparle para que, en el menor tiempo posible, deje de
sentirse como el novato o la novata; hay que hacer un seguimiento del proceso
de integración,......
En definitiva: tenemos que hacerle saber
que una cosa es el agradecimiento y otra el servilismo irracional.