Estoy harta, muy harta, de que se
cuestione el derecho de las mujeres a trabajar. Y más harta aún de que la excusa para ese
cuestionamiento sea del tipo de que en
su casa “ya
entra un sueldecito apañao, para cómo
están los tiempos”.
Y decirle a
una mujer en situación de desempleo que aproveche esa circunstancia para tener
un niño, me parece VO-MI-TI-VO.
Sí,
creo que es vomitivo, mezquino e
indecente; porque implica reducir a las mujeres a un rol ancestral de maternidad, porque se las discrimina y porque nadie le cuestionaría lo mismo a un hombre: a él se
le reconoce el derecho a trabajar como algo inherente a su ser (reproduciendo también estereotipos de género), pero a ella se le
reconocerá o no en función de las circunstancias que la rodean. Dicho de otro modo: parece que la mujer tendrá más derecho a trabajar cuanto
peor sea (o se perciba que sea) la situación socioeconómica de su casa.
Esta
corriente por la que el derecho al trabajo de la mujer se
considera como algo graciable, como un derecho que se otorgará o no en función -repito- de las circunstancias que la rodeen, explica -entre otras razones- que las mujeres sean
las principales víctimas del desempleo, de los contratos temporales no
deseados, de su masiva presencia en los ERES y ERTES,……
Pues eso, aunque a algun@s aún les sorprende, las mujeres (a veces) quieren trabajar no
porque lo necesiten, sino porque les/nos da la gana.
Foto Pixabay. Autor: WaltiGoehner |
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