La mediación está de moda. Bueno, en realidad, lo que está de moda es HABLAR de la mediación, porque -he de reconocerlo, aunque me duela- mediar,
de verdad,... se media poco.
Y
he dicho que me duele que la mediación no sea un recurso más frecuente porque
la considero un estupendo instrumento para gestionar y resolver conflictos.
A través de estas líneas quiero explicar porqué.
a) Tiene menores costes:
la mediación es mucho más barata que el recurso a la vía judicial, ya
que intervienen menos profesionales, no hay tasas,....
*
son las
partes las que deciden cuándo se ven;
*
la rapidez al intentar buscar la solución evita
que el conflicto se agudice con elementos y/o personas ajenos al factor que lo ha causado (interposición de recursos
que retrasan la resolución definitiva, ...);
*
alcanzar un acuerdo rápido puede generar
un sentimiento mayor de satisfacción que lograr
una solución más ventajosa pero más tardía (la justicia lenta no es justicia).
Pero
hay algo de la Mediación que me interesa especialmente y que -en mi opinión- le otorga la cualidad de SISTEMA DE GESTIÓN de conflictos (que no sólo de resolución).
Y
es que en la
mediación, son las partes, y sólo las partes, las que
deciden si quieren resolver el conflicto y cómo quieren resolverlo. Esto
es: al asumir su "autotutela" durante
todo el procedimiento, al no poder recurrir a un tercero para que
decida por ellas, se están obligando a cuestionarse:
* qué es lo que de verdad les molesta:
indagarán sobre la verdadera causa del conflicto y podrán dilucidar si han
sobrevalorado algún punto;
* qué culpa tienen en el conflicto,
en el enfado de la contraparte, y si han jugado siempre limpio para evitar
llegar hasta dónde se ha llegado,...
*
qué importancia tiene -para cada
una de ellas- llegar a un acuerdo:
si prefieren ceder con tal de preservar la relación que mantenían
(sea laboral, personal,...); si
lo importante es cerrar el conflicto cuanto antes en vez de pelear por conseguir el todo,......
En resumen, la Mediación permite a las partes articular
estrategias WIN-WIN, siempre y cuando su verdadero objetivo sea:
* gestionar el conflicto, para desactivarlo o
suavizarlo, de forma que se entienda, que se encierre, en sus justas
dimensiones;
* preservar
la relación que mantenían o, al menos,
evitar una ruptura definitiva traumática;
* responsabilizarse tanto de la
existencia del conflicto como de la búsqueda de una solución que también convenga al contrario o la
contraria.
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