Cuando yo empecé
en la selección de personal, era muy habitual que el cliente -al redactar el
perfil del candidato o la candidata- nos
pidiera a alguien que tuviera “cultura general”. Es decir, buscábamos personas que –además de un título y/o de una determinada experiencia- supiera expresarse, tuviera unos
conocimientos que fueran más allá de unos estudios mínimos,….
Hoy buscamos otra “cultura general”; ya no es necesario que el candidato o la candidata sepa cuál es la capital del
estado de Nebraska o en qué año fue coronada Isabel La Católica; como dicen mis
hij@s, para eso está la Wikipedia.
Siguiendo con los ejemplos
anteriores, podemos decir que, en la selección de personal, hoy buscamos personas
que:
·
Decidan si es necesario
saber cuál es la capital de Nebraska. Es decir, que sepan focalizar, en cada
momento, sobre lo que es importante para el proyecto en el que están
trabajando.
·
Manejen las fuentes en las
que buscar ese dato. Deben conocer a quién o a dónde recurrir para obtener la
mejor herramienta, la más eficaz, la más barata,…..
·
Sepan qué hacer con ese
dato, para qué les sirve y si puede relacionarse de alguna forma con el año de
coronación de Isabel La Católica. Es decir, si esa primera información les
puede resultar útil para desarrollar un nuevo proyecto.
·
Compartan ese dato con las
personas que le puedan ayudar a trabajar con él y a sacarle el máximo partido
para el futuro.
Y siendo cierto que hay personas que tienen estas capacidades de una
manera innata, también es cierto que a veces necesitamos aprender todas o
algunas de las habilidades necesarias para adquirir y/o desarrollar estas
capacidades.
La pregunta es evidente: ¿Cuándo, cómo y dónde las aprendemos?. Pues yo creo que debemos empezar en la edad
infantil, haciendo que nuestros hijos y nuestras hijas comprendan y valoren:
·
La necesidad del aprendizaje continuo;
·
La necesidad de cuestionar qué y cuándo
aprender;
·
La necesidad de darle un enfoque práctico y
relacional a lo aprendido.
Pero cuidado, porque para enseñar esto y así a nuestr@s niñ@s, necesitamos primero formar a quienes deben ayudarles en ese aprendizaje (profesorado,
padres, madres,….).
Pero esa formación no puede hacerse de la misma forma en la que hemos
pretendido convertir en empresarios y empresarias a quienes están en desempleo.
Cambiar nuestro
concepto de “cultura general” implica una revolución educacional, con una clara proyección a futuro.
Foto Tero Vesalainen, Pixabay, |
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